Con la muerte del inca Huayna Cápac, se inició un complejo proceso sucesorio que implicó un conflicto entre Huáscar y Atahualpa. Los cronistas entendieron esto como una guerra dinástica al estilo europeo. Si bien la caída del imperio inca se produjo con la invasión española, esta confluyo con otros elementos, como el conflicto entre Huáscar y Atahualpa, las epidemias que llegaron aun antes de la llegada de los españoles (como la viruela que mato a Huayna Cápac y a mucha gente más) y la crisis del sistema retributivo implantado por el imperio inca. La caída del Tahuantinsuyo no significó la desaparición de las costumbres y formas de la vida de los pobladores andinos. Muchas de estas sobrevivieron durante mucho tiempo.





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